lunes, 21 de diciembre de 2009

De noches emotivas

Falta un par de días para partir. Necesito imperantemente largarme de este sitio. Paradójicamente siempre he estado luchando contra todo para llegar aquí, y ahora que lo he logrado, solo quiero que el tiempo pase para emigrar a otra ciudad. Es un vicio el que se ha gestado en mí; la necesidad de no crear ningún vinculo, ni un solo lazo que me una a nadie, ni siquiera al vientre de mi madre.

La medianoche ha llegado. Me siento sobre el ya afamado sillón café, y prendo el ordenador. Observo un par de ventanas y algunas imágenes. El color anuncia el estado de las presencias virtuales; algunos apáticos como yo, se dicen ocupados, pero seguramente han de estar robándole segundos al ocio, sin hacer nada. Aunque a decir verdad yo estoy haciendo algo, estoy esperando. Siempre espero, espero todos los días de mi vida algo. Yaneli dice que algunas personas esperan un milagro en estos tiempo, que incluso ella, dueña de un escepticismo particular, también espera que la mano de un ser superior cambien cierta situación. La observo y me burlo, así de fácil. Mi situación me ha hecho no confiar en nadie, aún cuando sepa que este tiene la capacidad de cumplir sus promesas, pero es mejor dudar, y seguir viviendo.

L

domingo, 20 de diciembre de 2009

De noches infecundas

Cada noche prendo el ordenador. Sí, prendo el ordenador, porque el ritual de la hoja blanca y el bolígrafo dejo de funcionar conmigo hace mucho tiempo. De hecho los bolígrafos han desaparecido en mi casa.

Me tiendo sobre el sillón café, espero por algunos minutos, deseando que la noche fecunde mis pensamientos. Pero la noche es falsa y a mis peticiones jamás cede. Nada llega a mí, nada, nada, nada.

Los pensamientos se deslizan, y una inmensa ansiedad me ataca. De pronto una pequeña pantalla vibra frente a mis ojos, la barra de herramientas es invadida por una de esas ventanas que brillan de forma intermitente. Ha vuelto a aparecer. Su silencio limpia mis pensamientos de tanta nada, y es entonces cuando comienzo a soñar.

L

lunes, 12 de octubre de 2009

Breve disertación de una puta enamorada de un zombie


Me desvestiré para ti las veces que lo desees, le dijo una puta a la muerte. Me desvestiré cuando tus huesos apolillados por el tiempo se mezclen con mis piernas, y debajo de mi falda solo sienta tus fríos dedos penetrar cual daga los mismísimos misterios de mi propia femineidad.

Me desvestiré para ti, y no por ser una puta o dama de moral flexible, si no porque a tu oscuro silencio le hago la reverencia de cada día, porque no hay ausencia más latente que la de mi vida, y tu presencia aromatiza las partes vírgenes de mi descuartizada alma.

Y si me masturbo frente a la ventana no será por necesitada, si no porque en tus ojos negros como pozos profundos de agua deseo someter mis pensamientos, tiritando de frío con los labios amarrados fuera de mis palabras.

Y abriré las piernas, y extenderé los pies como alas, y beberá mi vientre el virus que emanas.

Me desvestiré para ti, y si es que tienes un remanso a donde desperdigues tus ansias sobre esas mismas sabanas de seda reciclable dormiré la dulce siesta del olvido.


lunes, 7 de septiembre de 2009

00:20 hrs

00:20 hrs

Como intentando encontrar. Como si buscase mi vida dentro de todas las vidas.
Cuando termine este viaje dormiré el sueño de la muerte, y entonces veré todas las imágenes y por fin estaré segura que te perdí antes de tenerte.

Porque no tiene caso escribir para la pared, para el ropero, para que ni siquiera el viento proteste contra ti.
Porque cuando nos hayamos, solo yo sabía tu nombre; como si al nacer me hubiesen dicho que el Alfa y el Omega estaban compuestos de cinco letras.
L.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Apertura

Nicolás Parra ha regalado al hombre múltiples líneas, versos que el tiempo desecho de su memoria, sin embargo “El hombre imaginario” es un referente junto a los trabajos del maravilloso escritor de origen Portugués, Fernando Pessoa, de lo que la mente psicodélica de estas Feminas aún no expulsadas de la matriz superior de sus pensamientos serán capaces de contarle a usted, mi querido lector.

Resulte ser este recinto virtual, el diván donde muchos cuerpos restreguen sus opiniones.

L.