Al ver la imagen atrapando tu simetría percibo la debilidad de mi cuerpo.
Es mi ojo el que peca cuando me rindo a los pliegues de tus palabras.
Ya no quiero ver este mundo con su necesidad moral.
Los colores se estrellan contra la pared.
Es hora de saber que ya jamás te podre llamar.
jueves, 14 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me he rendido tantas veces a su mirada,que a veces ya no sé como nombrarlo...Me gusta lo que dices en esas líneas,es firme,duele,pero es una verdad que se acepta. Un saludo Femina L.
ResponderEliminar